Los insectos se reconocen por poseer tres pares de patas y dos pares de alas, pero su morfología puede variar de acuerdo con el tipo de alimentación o de locomoción. Presentan piezas bucales adaptadas para masticar, succionar o libar en las flores, y patas que les permiten saltar, cavar, nadar o volar. Algunos grupos, como pulgas y piojos, han perdido las alas como adaptación a la vida parásita.
Su tamaño es también muy variable, desde menos de un milímetro hasta 20 centímetros. La variedad de colores, formas y texturas es asombrosa, y a veces se relaciona con el dimorfismo sexual o con fenómenos de camuflaje y de mimetismo (= imitación).
La capacidad de pasar inadvertidos o de imitar a otras especies les confiere una ventaja adaptativa. Además, gracias a la metamorfosis han podido desarrollarse en distintos ambientes y explotar diferentes recursos alimenticios a lo largo de su vida, lo cual explica su gran éxito evolutivo.
Se exhiben numerosas especies de mariposas y escarabajos, además de chinches, langostas e insectos sociales, como abejas, avispas y hormigas, y la representación de sus nidos (panales y hormigueros).
También se brinda información sobre la biología de algunos insectos de interés médico, como la abeja africana introducida accidentalmente en América del Sur y la vinchuca, especie hematófaga transmisora del Tripanosoma cruzi, que produce la enfermedad de Chagas.