La evidencia Paleo-antropológica y los estudios de ADN realizados en poblaciones humanas y especies próximas, como los chimpancés, han permitido reconstruir la historia evolutiva del Homo sapiens y estimar los tiempos en que se separó de otros linajes, a partir de un antecesor común.
Hace unos 4 a 2 millones de años coexistieron en África diferentes especies de homínidos caracterizados por poseer marcha bípeda. Un ejemplo son los Australopithecus, de menor estatura y capacidad craneana que los humanos actuales. Luego evolucionaron especies del género Homo, con mayor desarrollo cerebral, que se dispersaron desde el continente africano hacia Europa y Asia, hace unos 200.000 años.
Los antecesores del hombre moderno se diversificaron en distintas regiones del planeta y adquirieron la capacidad de manipular objetos y de elaborar instrumentos cada vez más complejos; adquirieron lenguaje y capacidad simbólica.
En la sala “Ser y pertenecer” se exhiben 25 réplicas de Primates fósiles y réplicas de los esqueletos de un chimpancé y de Homo sapiens.
La evolución biológica fue acompañada por la evolución cultural. Por ello en esta sala se muestran prácticas culturales que implican intervenciones sobre el cuerpo, como adornos, pinturas y tatuajes. También se aborda el tema de la alimentación y las costumbres funerarias de diferentes culturas, en un contexto de respeto por los pueblos aborígenes y siguiendo las normas éticas recomendadas para museos.
Somos parte de una misma especie biológica y nuestra cultura, lengua y forma de ver el mundo, nos otorgan sentido de pertenencia e identidad.